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viernes, 11 de enero de 2013

La voluntad en la historia (1).


Esa evolución fue sintomática del declive de unas ciencias sociales cuya hegemonía descansaba en los dos pilares teóricos del marxismo y el psicoanálisis, y que se apoyaba también en un principio común a todas las disciplinas, a saber, que los discursos y las prácticas no son más que disfraces, que toda conciencia tiene que ser mistificada, de modo que la ciencia social, en su programa de entender la realidad, tiene que desmitificar, “críticamente develar”: los actores creen hablar, actuar, pero el trabajo del historiador, del sociólogo, del antropólogo es entender lo que hablan, lo que actúa en ellos: las infraestructuras que dominan al sujeto desde fuera; el inconsciente o el lenguaje que lo “actúan” desde dentro. Así se el sujeto en su autonomía y en su capacidad de dominar la realidad dando paso a la voluntad de impersonalidad y de atención privilegiada a las estructuras determinantes; y también, en los estudios históricos, al privilegio otorgado a la larga duración y a las masas anónimas, a la necesidad contra la libertad de actuar.

Si los hombres están sujetos a las normas de las estructuras culturales, mentales, sociales y económicas que rigen cada época, ¿cómo se pasa de una época a la otra?. Hay como una aporía lógica de la cual uno sale sólo de manera ficticia, con una acrobacia: los hombres cambian con los conjuntos normativos que los subyugan.

 “en sus vastos límites el hombre es poderoso y libre”

No son los propósitos o el saldo final lo que distingue al “gran hombre” del “individuo excepcional”, sino la virtud. En función de este criterio, Chateaubriand, por ejemplo, dice que Napoleón era “un falso gran hombre”, a quien le faltaba, entre otras virtudes, “la magnanimidad que hace a los héroes”. El “gran hombre” es un individuo notable por su virtud, mientras que excepcional es todo individuo que ha modificado el curso de la historia o cambiado el mundo por la fuerza de su voluntad, fuera de toda virtud personal y sin tomar en cuenta el resultado de la obra realizada. César y Sila, César Borgia y Enrique IV, Hitler y De Gaulle, Napoleón y George Washington han sido todos actores excepcionales, pero sólo la mitad fueron grandes hombres. El voluntarismo caracteriza al “hombre excepcional”; el voluntarismo asociado a la virtud distingue al “gran hombre”.
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En breve parte 2.

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